viernes, 19 de diciembre de 2014

Epifanía

Hoy recibí esta historia de cuatro personas a las que quiero mucho:

Dami, ayer a la noche confirmamos que a Simón le gusta la menta granizada, como a Juan y como a mi! Cuando nos conocimos con Juan, hace casi 12 años, unas de las primeras cosas en las que coincidíamos, además de cumplir años con dos días de diferencia, era en nuestro gusto desde chicos por la menta granizada. Imaginate nuestra emoción cuando nuestro hijo de 2 años y medio entró ayer a la heladería pidiendo a los gritos helado de menta. Quería mandarte una foto de Juan, Simón y yo comiendo nuestros cucuruchos de menta pero Isa se ofendió (a ella no le gusta la menta porque nunca la probó!). Te mando unas fotos de Simón solo relamiendo su helado. Antes de irse a dormir Isa le dio un beso a Simón, quién todavía tenía helado en su cara, y me dijo, "mamá, probé la menta, a mi también me gusta!". Asi que parece que nuestros hijos heredaron nuestro gusto por la menta granizada, Simón seguro! Besos!


martes, 16 de diciembre de 2014

publicidad gratuita 2

Hace una semana recibí un mail de personas que hacen helados venezolanos. Subo el link
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.743012182458444.1073741832.702298209863175&type=1

publicidad gratuita

Hoy recibí un mail de Colonial con esta información de interés para el blog. Subo lo que me manden, sin filtro ni interés.


Colonial: Una gran heladería con varias sucursales para elegir
21 locales para no perderte de probar sus helados artesanales. Comprobalo, no hay otro que tenga tantas frutas secas, frescas, pedacitos de chocolate y los ingredientes que lleve tu opción preferida.
Colonial Helados inaugura en su 27 aniversario dos sucursales en Libertador esquina Colón (la localidad de Martínez) y Libertador esquina Vito Dumas (Punta Chica), nuevas ubicaciones estratégicas para los que viven cerca o los que van por un paseo los fines de semana. El resto, están en Capital Federal, Zona Norte y la Costa Atlántica.
Las propuestas de Colonial abarcan todo el rubro cafetería, pastelería y diferentes opciones en tortas y postres además de los helados artesanales reconocidos por su calidad y, por sobre todo, porque el gusto que elijas está hecho con ingredientes 100% naturales y abundantes ingredientes para asegurarte una experiencia incomparable.
¿Sugerencias?
Sambayón Italiano: intenso, lleno de pasas y nueces enteras.
Dulce de Leche con almendras.
Coco Split (con Dulce de Leche y Chocolate).
Maracujá, hiper fresco y natural.
Chocolate blanco (tiene además granizado de Chocolate Blanco puro).
Más información:


lunes, 15 de diciembre de 2014

muchas heladerías

Muchas heladerías....
El 2014, fue sin dudas, el año más complicado de mi vida. El final, incluye muchas heladerías y encuentros.
Estas semanas estuvimos en San Miguel del Monte con la cátedra, lindas discusiones teóricas y de las importantes. Espacio donde se genera comunidad. http://seminariogargarella.blogspot.com.ar/…/retiro-4-san-m….
La cosa es que en vez de ir a comer a un restaurante, decidimos hacer asado, comprar vino y helado.
Con RG, nos encargamos del helado, por supuesto. Recorremos el pueblo en búsqueda de la carnicería. Vemos dos heladerías en la misma calle. Una que es más pomposa, parece más rica y otra más chiquita y barata. Vamos a la primera. Pedimos probar el dulce de leche, una cuchara cada uno. A ninguno nos gusta. Lo decimos por lo bajo. Nos da culpa no comprar, decidimos, también por lo bajo, compra un kilo y visitar la segunda heladería, que se llama Frozen. Mientras Rg pide los gustos, yo me voy a recorrer las calles para preguntar a la gente que pasa, sobre cuál es la mejor. Me señalan la que acabamos de probar o Frozen. Vamos a ésta por otro kilo. Decididamente, es mejor. No es bueno, claro, pero mejor y más barato. Pedimos otro kilo, lo tomamos de postre, charlando de las cosas importantes con la gente de la cátedra: de heladerías.
Al volver del encuentro, decido ir a ver a un amigo que toca jazz, a La Playita. Voy con su novia y amiga mia. Luego de escuchar un trio que cada día suena mejor, nos vamos. Yo decido pasar por Kainos. Una heladería con la misma estética que Persicco (no sé si es la misma cadena con una segunda marca o no). Pido dulce de leche granizado, frutilla y pistacho. Ricos los tres y a precio de heladería de barrio. Recomendable.
Este viernes, otro amigo, arma cena en su casa. Invita a comer para despedir el año y festejar por lo que viene. Le digo que llevo el helado porque leí que abrió una heladería nueva en la zona de su casa. El nuevo polo de lugares lindos y ricos de Palermo. La calla Arabe Siria. Se llama Del Viento. Heladería del sur. Llevo dos kilos. Pido de probar varias cosas, sus empleados son muy simpáticos, me dejan probar varios gustos, me recomiendan, me sirven mucho. Sin duda, una gran heladería. Debería ir de nuevo, pero creo que está dentro de las mejores de la ciudad.
Ayer domingo, me escribé mi gran amigo, Fede para ir a cenar con Simona, quien siempre me sonríe. Charlamos, tomamos cerveza, vino blanco, comemos ensalada y luego nos vamos a pasear los tres para dormir a la pequeña. Vamos a Papette. Heladeríad e barrio de Almagro. Compramos dos vasos medianos. Fede le dice que yo sé de helados. El dueño me prueba y me dice; donde vivis? en Belgrano, le digo. Conoces Las Grutas, me replica. Le digo, claro. Siempre pido ahí. Me dice, yo vivo cerca y para cambiar de acá, siempre voy a esa heladería. Charlamos un rato, nos vamos caminando los tres. Los despido, me voy a dormir con la sonrisa de la enana esa hermosa.

Más heladerías, esperan este año, otras tantas el 2015

jueves, 27 de noviembre de 2014

Las consecuencias del blog

El helado, como saben, es uno más de mis vicios. Puedo hablar de helados por horas, me puedo zambullir en una discusión platónica en la que difícilmente pueda ceder. Lo hago más cuando hablo de derecho o política.
Voy en el colectivo, atorado el transito, y recibo un mensaje donde me dicen que estuvieron hablando de helado con un amigo y recordaron mi nombre. La semana pasada, la semana del helado recibí cataratas de mails donde me advertían de ello, fotos de amigos tomando helado o de sus hijos e hijas entran a mi casilla. Le cruzo con alguien en una clase o evento académico y me hablan de ello, lo mismo en cumpleaños. Todos me cuentan que probaron heladerías, que en su barrio, que un gusto, que vaya o que no vaya.
A todas y todos les digo, no dejen de hacerlo, me divierte mucho ser ice cream man! Mi nuevo apodo, que saluda así:
Good ice cream day for you!

sábado, 1 de noviembre de 2014

el Helado y vos: Santi

Dos niños, muy personajes. Una noche de verano del año pasado, charla con su madre y Marian Valentini, ellos corrían por todos lados, nos hacían reir! Acá Santi, el hijo de Juli Parellada.

Recibí este mail:
PARA DAMI ( muyyy especialmente!!!!)
Santi y una declaración de amor al helado!!!!

jueves, 30 de octubre de 2014

Testimonio de mil helados

Un pequeño TESTIMONIO. va sin relectura, porque los ojos se mojan, pero quiero contarlo.
El sábado me junté con un amigo que vive mi vida a la par, tengo 34 y lo conozco hace 32. Hablamos como siempre de todo. Pensamos de dónde venimos, de qué clase de familia y cómo de esa familia nosotros nos volvimos quiénes somos, sin saber muy bien qué, ni quiénes pero lo que pensamos que somos. Cada uno reflexionó sobre eso. Hoy, por esas cosas, está charla volvió a mi. Pienso soy feminista, abogado de derechos humanos, profesional, y vengo de una familia que supuestamente nada que ver. El asunto que es que ahora me dieron ganas de escribir, de contarle al mundo algunas cosas que pienso. Soy producto de mi viejo y mi vieja, producto de lo que hice con ese material, producto de análisis. Producto de TESTIMONIO. Ese lugar, donde quienes lo transitan, me conoces desde que era rubio y tenía rulitos, donde me dormí siestas, con la ropa que mis padres tiraban al suelo, al costado del escritorio, ropa que era de otras temporadas pero para mi eran el lugar calmo, donde descansar de la escuela, de jugar en la fábrica, de charlar con los empleados y empleadas que me daban los gustos como si fuera un sobrino, un hijo o un nieto. Donde me confeccionaban mis camisetas de futbol en miniatura para colgarlas de la pared, de todos los equipos. Donde comía comida turca y me llamaban Isaaquito para que me enojará, donde comía sándwich de tortilla de papa con Mario quien los vendía en un carro en la calle, donde iba a que mi hermana mayor me mime.


Ese lugar me acobijo, fui parte cuando necesitaba trabajar y estudiar. Donde mis padres nunca me dejaban olvidar que era un lugar de paso hacia mi felicidad, hacia mi sueño. Cuando uno se lo olvidaba, el otro se lo recordaba. El viernes ese lugar que permitió que mis padres sean felices, puedan darnos todo lo que ellos creían que necesitábamos, los caprichos, donde salía el dinero para mis helados, para mis vacaciones, para mis estudios cuando yo no trabajaba, cerrará sus puertas. Ese espacio donde me daban los gustos, donde trabajé como cadete del cadete que quería como familiar. Todo sucedía en ese barrio que sin dudas me parece el barrio más feo de la Ciudad. Once. Donde la turquedad me espanta, pero de donde vengo. Donde me crié con una frase no típica para ese mundo: con los trapos no te metas, me decían. Con los trapos no me metí, estudié, hago lo que amo, mis viejos me bancaron, escucharon mis sueños, mis enojos burgueses, mi feminismo. Todo salió del esfuerzo de ellos, de mi viejo y de mi vieja. El otro día desarmamos ese espacio con dos de las personas que más quiero en mi vida. Mis hermanas. Charlamos, yo me emocioné, recordé cómo me gustaba dormir en el suelo en el medio de la ropa. Como era volver a casa con mi mamá y papá. A partir de ahora, una nueva era comienza. Una era sin testimonio, pero con la historia de que de ahí salimos, mis hermanas y yo. Bien distintos los tres. De ahí charlé con mi amigo/hermano. De ahí, así de turcos salimos, así lejos pero cerca estamos.

viernes, 10 de octubre de 2014

Tabak y como dejar la vainilla

Nico Tabak comió un helado y me dijo que tenia que contarme su experiencia. Me lo dijo por wapp. Le contesté: no sigas, no sigas, escribilo y lo subo al bllog. Acá el genial resultado:
Porque las cosas cambian y 30 años no son (casi) nada
Aquello ocurrió la tarde del pasado 8 de octubre, fecha de nacimiento de un importante referente de la política argentina y día del guerrillero heroico en homenaje a otro gran referente y romántico de la política internacionalista. Me encontraba sentado en un banco del Parque Rivadavia a la espera de que una amiga me acompañe a comprar una lámpara para el living. Sentado alrededor del gran ombú que luce el parque recibí su mensaje de demora. Con 20 minutos por delante decidí cruzar la mítica Avenida Rivadavia y tomarme un café en un barcito típicamente porteño linguneando a esa recién llegada cadena norteamericana que lo único que le veo de bueno es su nombre que me recuerda a unos de los capitanes de Moby Dick. Ya del otro lado de la calle, tuve la idea repentina de modificar la merienda y me dirigí hacia la heladería famosa que curiosamente lleva también el nombre de un dirigente político aunque de nuestros días. Al no ser muy habitué a lo dulce, pedí un tamaño mediano, pagué, recibí el ticket y me dirigí a la barra a elegir los gustos. Bueno decir elegir y aquí comienza mi historia puede no ser lo correcto porque desde que tengo recuerdo jamás he modificado los sabores: dulce de leche abajo y vainilla (o a lo sumo crema americana) arriba. El caso era que el ritual exigía que el empleado me pidiera el ticket y me preguntara por mi “elección”, y que yo mire respetando mi propio ritual como quien mira en un aeropuerto la cartelera y revisa todos los vuelos pero con la seguridad implacable que no piensa abordar otro avión que el que está escrito en su pasaje y entonces, respondí: dulce de leche abajo y arriba… sin embargo esta vez ahí me frené , algo me contuvo y durante unos pocos segundos me puse a recorrer los miedos de mi infancia, recuerdos que fueron previos a un maravilloso acontecimiento: el primer beso a la compañera de quinto grado que me tenía embobado desde primero, el penal pateado con el club Pedro Lozano en la final del interbarrial, la mañana que anduve en bicicleta sin rueditas, un 31 de diciembre inolvidable que pensaba que me iba a romper la cabeza y luego descubrí que estaba volando… El empleado de la heladería volvió a preguntarme por el segundo gusto mientras yo seguía en mi pasado remoto… me tomé otro momento aunque ahora para repasar aquellas semanas que andaba transitando. Hacía poco había iniciado algunas deconstrucciones y reconstrucciones en mi vida, repasando algunas experiencias, haciendo balances y revisando muchas certezas cerradas con doble candado… era un tiempo de sincera introspección dispuesto como nunca antes a desempolvar mecanismos de defensa, armaduras que convencido las daba como mis mejores armas. Nuevamente el empleado de la heladería me “solicitó” una respuesta y yo con temor y al mismo tiempo con entusiasmo respondí que abajo dulce de leche y arriba, arriba desde hoy mascarpone. Al rato repasé lo sucedido y lo tonto de la situación que al mismo tiempo me había aliviado. Me sentí contento tras esa sencilla decisión y comprendí que al igual que otras tantas más o menos transcendentales indican de qué manera podemos permanecer en una actitud de quietismo con las que nos estamos a gusto. Todo esa superficial deliberación que tuve por un helado me llevó a darme cuenta que a veces los cambios son saltos importantes y necesarios, aprender a decir adiós a la persona que ya no amamos o ya no amamos como antes y así poder liberarla y liberarse a uno, abandonar una carrera de estudio si no satisface nuestra vocación, iniciar un nuevo rumbo como atreverse a decirle te quiero al hombre o mujer que tenemos hace mucho al lado nuestro o naturalmente pedirle a un amigo que te vendría bien su abrazo. Es claro que la vida no se elige, que la vida simplemente se vive y hay que acordase de vivirla (memento vivere dice Goethe) y porque aunque ciertos permaneceres nos den tranquilidad, pertenencia, identidad puede que también resulten engañosos negándonos cambios hacia otras oportunidades. Así termina mi relato citando a un poeta músico que por estos días estrena su llamada, y que dice que todo temporal nos regala una enseñanza… y si no fíjense como me enseñó un simple helado que no me duró ni 5 minutos.
Nico Tabak
Pd. Nunca había pensado en que el helado se parece a ciertas personalidades que a habitualmente nos cruzamos. Seres serios, rígidos o que aparentan una cierta invulnerabilidad y que algunos la llevan a confundirla con soberbia. Seres que como los helados al cruzarse con el calor (con un afecto que nunca probaron) se derriten, se desnudan y descubren en su autenticidad, algunos son más dulces otros un poco agrios pero sin duda en ese estado se descubren en su esencia y sincero sabor

viernes, 22 de agosto de 2014

La amistad, el helado en Bolivar en http://heladoargentino.blogspot.com.ar/

Prometo que esto se escribió en pocos segundos en mi cabeza. Prometo que cuando compré el helado en la mejor heladeria, según dicen de Bolivar, aparecieron palabras sueltas que se unen ahora. Apareció el encuentro, la amistad, la distancia, la cercanía y la sinceridad. Por sobre todo el amor a los amigos.
Hoy una Gran amiga está pasando momentos tristes, momentos de angustía que solo de pueden consolar con la charla sobre la nada, sobre todo, con un abrazo y contándole a su padre- que tambien está triste- historias de porteños, de su hija, de cosas tontas.
La heladería Chocolate nos brindo un postre para quedarnos charlando cuando la amistad lo requería. Comimos dulce de leche, chocolate blanco, chocolate de la casa, limon con frutos secos. Comimos pero si bien era rico, lo que menos nos importaba era el gusto porque todos estabámos pensando que no hay mejor forma de comer algo rico que rodeado de mucho cariño, de amistad, de compañía y empatía.
Nos reímos, aunque momento por demás triste, nos reímos. Levántamos la mano para votar por situaciones divertidas, la copiloto hizo llorar a la piloto, nos peleamos, gritamos, todo para prepararnos para abrazar a nuestra amiga. Llegamos a Bolivar y eso sucedió. Estoy en un hotel de ruta, escribiendo esto, pensando en el día agitado, en la amistad y en el helado.

Estoy triste, sin duda, nuestra amiga está verdaderamente triste. Sin embargo, la sonrisa aparece por momentos porque otra vez, este grupo de amigos/as demostró que ahí donde cae una lágrima hay alguien que la seca o la deja correr para luegro abrazar.

La parte graciosa:Escribo esto en un hotel de ruta lindo, mientras una pareja grita por sexo, en la habitación junto a la mía.

miércoles, 20 de agosto de 2014

los martes por la Ventanita

Creo que es público que hago análisis. Siempre hablo de eso, en persona y en los post. No tengo dudas...pero ayer me reía solo porque siempre escribo los martes o los miércoles, últimamente. Siempre que salgo del diván, voy a algún lugar y por esas cosas de la culpa/angustia/felicidad/enojo/orgullo/satisfacción/neurosis termino comiendo helado, caminando por la calle.
Ayer me había comprometido con una amiga a ir a un seminario sobre federalismo. Salí de terapia y le mandé un mensaje, suspendiendo mi presencia. Pero por los motivos antes descritos, terminé yendo. Crucé Libertador, crucé Alcorta y me subí al 130. No tenía ganas de leer, me puse música. Me bajé en el barrio River, porque iba al nuevo edificio de Di Tella. Cuando me bajo del colectivo, con el sol pegándome en la cara, veo una presencia divina: una heladería que me recomendaron muchas veces y que nunca había ido. La Ventanita. Confitería y heladería.
Entro decidido a comer helado, veo sandwich de miga- ya conocida pasión- y empiezo a dudar. No tengo mucho tiempo- no tengo 50 minutos acostado- y cuando me preguntan qué quiero. Contento: helado. Uno mediano.
Le pido dulce de leche con nueces. Le pregunto: qué me recomendas. Me dice: es subjetivo. Pienso en mi charla con el analista de hace no más de media hora. Le digo, todo menos chocolate, me gusta. Me dice: avellanas o algo así. Veo el Tiramisú y le digo: dame Tiramisú. Salgo caminando. Como siempre, decido el lado equivocado para hacerlo. Siempre me prometí que seguiría la teoría de George Constanza en el capítulo "The Opposite" pero siempre lo recuerdo luego de tomar la decisión de para dónde ir. Camino de más, como diez cuadras. No me preocupa. Sé que tengo mi helado y media hora para llegar. El Dulce de Leche, suave. no muy bueno, no malo. no dulce, no cremoso en demasía. El Tiramisú, glorioso.
Llegué a la universidad. un poco más feliz. Mi amiga, me dice: estás deprimido? Caminas como si fuera que sí. Le digo: no, vengo colgado porque caminé mucho de más, comiendo helado.
No sé cuándo andaré por esa zona pero me debo probar los otros sabores. Lo bueno, al final, conocí esa heladería chiquita artesanal. Los sandwich de miga también los probaré!

jueves, 7 de agosto de 2014

el helado y yo: otros sobris postizos

Su madre y padre son personas que quiero muchísimo. Que en estos tiempos me brindaron un lugar en su mesa para cenar. Para merendar, para lo que sea.
Isa y Simón - o chicho- son bien diferentes. Ella como se ve en la foto es pícara, me pelea siempre durante los primeros 10 mínutos, me provoca con su cara y su carácter para luego no parar de mostrarme todos sus nuevos pasos de baile. Poner música y armar un escenario para cantar. Al irme, nunca quiere que me vaya, siempre un ratito más.
Chicho, como se lo ve en la foto, es muy chicho. Quilombero, dulce, movedizo, copión de su hermana, la persigue por toda la casa, se mete en el escenario improvisado a cantar y bailar. Siempre, cuando estoy en su casa, como si supiera que son malos ratos, viene corriendo y me abraza. No se despega. No voy a decir que es así conmigo porque la verdad es que el es así con el mundo. Dulce, dulce.
Acá la foto de ambos tomando helado. Muy ellos, los dos.


martes, 5 de agosto de 2014

Estela, mi abuela y el helado

En Facebook, puse descorchen tapas de helado, descorchen kilos, armen cucuruchos que hay que festejar. Yo en este instante, al llegar a mi casa, hice aquello que me da felicidad y por eso me pongo a escribir. Desde las cinco de la tarde que no puedo dejar de pensar en la felicidad que siento por la noticia. Siento culpa por apropiármela, pero la siento propia. Siento que en la felicidad de esa abuela y de ese nieto, está la suya y la de todos y todas los que alguna vez abrazamos a nuestras abuelas o abuelos. Los que pensamos que Estela merecía, como todas pero en especial ella, abrazar a su nieto antes de morir. Acá hago un parate, Estela por favor, abrazalo pero posponé tu muerte. Mis ojos se llenaron de lagrimas al enterarme, iba en un taxi y comencé a mandarle mensajes a mis amigos. A dos que trabajaron, dieron su tiempo y militaron en ese organismo. Pensé, que también, era su éxito, su felicidad. Entré a análisis como cada martes. Sesión fuerte, me subí a otro taxi cuando salí para ir corriendo a mi casa a ver la televisión y todos los mensajes que ponían en las redes sociales, diarios y demás. Mis lagrimas se exponían sin pedir permiso. No me importaba nada más que ver esa novedad. Incluso olvidé el cumple de mi sobrino por lo cual salí de mi casa, nuevamente corriendo para subirme a otro taxi e ir a festejar con él. Quería solamente bailar, festejar como si Argentina hubiese ganado el mundial. Incluso más. Bailar, bailar con una copa de whisky en la mano, con lo que cada uno quiera brindar porque existía un abrazo más en el mundo que no era cualquiera. Un abrazo que una abuela esperaba y que ese chico, seguro, nunca imaginó o por lo menos lo hizo por un tiempo, que iba a tener.
Recordé que el helado es parte de mi vida desde que iba los jueves a lo de mis abuelos. Que ese día comía sandwich de miga de jamón y lechuga (aún mis favoritos y odiados por la mayoria), que veíamos Alf y que abrazaba a mis abuelos. Pensé en ella, en mi abuela, más que en mi abuelo, pensé en los helados que este adulto no comió con Estela, pensé que no me importaba si les gustaba el helado pero que lo merecían, merecían ir, pedir un cuchurucha y que el nieto se ensuciara, que la abuela lo limpiara y que le coma un poco de helado para que no derrame más. Eso hacía mi abuela. Pensé en la fuerza, pensé en la búsqueda, pensé en los horizontes, sentí culpa por sentirme cansado en este año. Pensé quién soy yo para cansarme cuando esa persona que se sentó frente a cada caso esperando que fuera el suyo, nunca dejó de luchar. Pensé en mi abuela de nuevo, comí helado de nuevo. Corrí a mi computadora porque no puedo dejar de expresar lo que pienso y siento, sin releer. Escribí esto, comí helado solo por Estela o tal vez por mi abuela, Emily- mamina como le decíamos-, que me cantaba canciones en ladino. Pensé que ojalá a Estela le den las cuerdas vocales para cantarle a su nieto. Pensé en la justicia y en la injusticia. Concluí que el mundo es un lugar más lindo, hoy. Que dentro de tanta basura que corre en distintas partes del mundo, hay un adulto que supongo que correrá como un niño a los brazos de su abuela.
Pensé...que felicidad descorchar una tapa de un cuarto de Las Grutas, mi nueva heladería de cabecera, por una noticia así. Felicidad....en la semana de mi cumple, un helado por esta causa....felicidad...

sábado, 26 de julio de 2014

El helado y vos en Córdoba: marian y maguie

Recibo este mensaje y cumplo la ordenes de mi grana migo MV:
Para el blog. Ddl granizado de la cumbrecita. Helado a cinco grados bajo cero!!!


domingo, 13 de julio de 2014

el helado, aregentina, lo individual y la burocracia

No escribo hace muchísimo en el blog. No es que no haya tomado helados, no es que no haya probado heladerías, no es que no haya viajado hacia otro continente y haya recorrido heladerías todos los días, durante 10 días. No es que no me haya mudado y vuelto a comer en Jauja, día tras días. Es que por diversos motivos personales, las letras no me salieron. Hoy se terminó el mundial. Cosa rara me pasó en él. Dejé de ver fútbol cotidianamente hace mucho tiempo, sin embargo, este mundial me lo vi todo. Casi todos los partidos.  Hoy perdió Argentina, cosa que es sabida, claro. Sin embargo, al entrar a las redes sociales todos destacan que lo intentaron, que se rompieron el alma, que no dejaron de pensar en el siguiente paso y lo hicieron. Terminó el mundial y el fin de semana de emociones variadas, raras. Comienza otra semana. 

Decido comer helado de Jauja para palear el gusto amargo. Cliché, podría ser. A punto de poner la cuchara en el, decido volver a escribir. Este fin de semana, los amigos salieron a la luz, estos amigos que siempre aparecen en esos instantes donde la neblina tapa al turco, donde un almuerzo, un mensaje, un enojo, una palabra, un coche que me acompaña en cada valija que tengo que armar, hace que no haga falta patear todo solo. El helado, me hizo volver a las letras, el helado me hace hablar de mis amigos y amigas.

Hace un tiempo, una gran amiga de la adultez, FS,  instituyó una frase que uso mucho que es "burocracia de la vida privada".  Hay personas y grupos de ellas, que pueden volver de su vida esa costumbre de repetición y ceguera. Hoy apareció de nuevo, cuando veo que Argentina siguió para adelante, que sin certezas, con incertidumbres, con temor, con valentía se animó a plantear un partido frente al mejor equipo del mundial de Brasil.
Hoy, leo en Fb que alguien habla sobre los esfuerzos colectivos. Pienso en que este último año requirió de mi, un esfuerzo individual profundo, sacar fuerzas de donde no sabía pero que el colectivo de gente que me rodea, me entregó lo que Mascherano a sus compañeros.

Como helado en este domingo donde las fuerzas requieren aparecer. Este domingo donde recuerdo la burocracia de la vida privada, este domingo donde se valora lo colectivo. En fin....volvió el blog, no hablé de helado, lo sé, pero necesité hablar de esto, comiendo helado. Tal vez, solo comí helado para escribir. Tal vez no, no importa, solo escribí sin releer para no borrar.

viernes, 23 de mayo de 2014

Reflexión de invierno

Cuando de invierno hablo con diversas personas, no hay punto de encuentro, en general. A mi no me gusta y me contestan, es hermoso, estar tapado con frío afuera pero adentro abrigado. Aparecieron estas charlas cuando en un día de frío, pase por Cadore, campera puesta, bufanda apretada y me compré un helado. El invierno comenzó, que pena podría decir

viernes, 9 de mayo de 2014

Los jueves, un amigo y Saramago

Por estos días, una amiga, Marian Cahn, me mandó una frase de Saramago. La copio a continuación....


(...) Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla (...)

Sin embargo, si alguien piensa que me pondré profundo y escribiré sobre las reflexiones que me lleva este párrafo, las profundas, angustiantes, contradictorias y enojosas reflexiones, se equivoca. Escribiré sobre los jueves, sobre el club del drink, sobre un amigo (Ari P) y sobre el helado.
Los jueves desde hace un año, jueves de por medio tengo un encuentro. Antes era ir a las barras de la Ciudad, probando bebidas, charlando, experimentando tragos y marcas. Luego, estos jueves se transformaron, pasaron a ser asados en mi terraza, Zacapa de por medio, mucha charla, morcilla dulce, chorizo, alguna carne marinada a la parrilla y ensaladas. Mucha charla, risa, de la nada, de todo. De los que nos rodean, de nosotros y de la inmortalidad del cangrejo.
Con Ari, siempre pedríamos helado cuando adolescentes venía a dormir todos los sábados a mi casa porque el vivía en San Isidro, pero salíamos por capital. Era como un hijo más. Incluso mis padres lo admiraban porque se levantaba a las 8,30 para ir a su casa y almorzar con su flia. Eso me costó caro a mi. En fin...vuelvo, en esos días, donde el celular no existía y Freddo cerraba sus puertas y pedidos a las 12, solíamos llamar desde un teléfono público, hacíamos el pedido y nos íbamos para mi casa, llegábamos, teníamos unos minutos y el heladero tocaba el timbre. Lo comíamos mientras jugábamos al PC Futbol. Ahora esos jueves de asado van seguidos de helado. Pero en este caso, no pedimos. Vamos caminando a Rapa Nui, a unas cuadras de donde vivo. Ayer, yo estaba en mi curso de literatura en inglés al cual mi Gran profesora y amiga me invitó a participar. Ari estaba en mi casa haciendo el asado. El encuentro estaba justificado así. Hace un par de días, luego de mensajes raros, no decían nada, no había complicidad, no había nada raro, que circulamos con el personaje del cual hablo, le mandó un mail que decía: te pasa algo? me dice no, me lo niega. Por qué me pregunta? Le contesto. No sé, tus mensajes son raros, algo te pasa. Me dice no me pasa nada malo, ni nada bueno, simplemente, algo. Quedamos en cenar y charlar sobre todo lo que dije antes. Ayer el asado. Terminamos, tomando Zacapa y antes whisky, y demás cosas....y pensamos en Rapa Nui. Nos dio fiaca, pero si pensamos en no movernos porque se haría tarde, por qué....no nos moveríamos y nos quedaríamos en donde estábamos. Nos movimos. De ahí la frase de Saramago. Los caminos siempre son largos. El camino a la heladería, siempre van acompañados de risas, de desorientación, siempre parecen más largas las cuadras. Siempre pensamos que son más cuadras que las que son. Las vueltas, muchos más cortas. Sin embargo, siempre nos animamos a empezar a caminar. No es que hay que ser un valiente, pero muchas veces cuesta. (nota mental: Ya no sé si estoy hablando del helado, pero bueno!!).
Llegamos a la heladería y pedimos tres cuartos. No había una persona más, sino que me compré dos. Uno para mi y otro para mi, pero para después. Para tener. Estaba indeciso. Pedí, Dulce de Leche mil hojas, chocolate blando con frambuesa y banana split. Gusto que en mi vida pedí pero que pensé en él por estos días, aunque no sé por qué. Ari, no recuerdo que pidió pero sé que sambayón, seguro.
El helado de Rapa Nui es perfecto. El dulce de leche, es increíble. Cremoso en su justa medida, sabroso, el chocolate amargo que acompaña perfecto la dulzura. El Chocolate blanco, mantecoso, la frambuesa ácida. La banana split, empalagosa que cumple su objetivo.
El sambayón, me gustó. No suelo pedirlo. Pero esta semana en la que me gustó el pescado, me gustó el sambayón.
La cosa es así, Rapa Nui cada vez se vuelve más perfecto y los jueves, sin lugar a duda, un clásico. Ah, Ari P. empezá a traer botellas a mi casa porque se te corta el chorro. Te lo avisé.
El helado siempre luego, de charlas sobre nada, sobre todo.