martes, 17 de septiembre de 2013

Redención, pido, por favor

En un capítulo de los Simpsons hay un dios de los supermercados. Si existiera uno, en general, y de los helados, en particular, le pido perdón. He pecado. Comí Yogurt Helado. 


jueves, 12 de septiembre de 2013

Helado mata choripan

Me despierto, me voy al muelle a leer. El muelle en el cual ya conozco a los pescadores y nos miramos y movemos la cabeza, para decirnos hola. No estoy concentrado. Me duele la espalda. Vuelve a mi casa a escribir. No me concentro. Veo el pronóstico y dice que va a llover. Digo: me voy antes que llueva, luego voy a estar encerrado y, no voy a poder caminar, mis mínimas 40 cuadras diarias. 
Me tomo el subte, recuerdo que estaba la fiesta de Saint Gennaro, en Little Italy. Pienso en la comida italiana y sobre todo en el helado. Me bajo en la estación correspondiente. Empieza a llover muchísimo. Recuerdo mi teoría sobre los paraguas. Una estúpida teoría moral, con argumentos deontológicos y utilitaristas que hace que me moje cada vez que llueve. Creo que el paraguas es la expresión máxima del individualismo en los días de lluvia. Hay gente que se moja y uno camina así, como si nada. Me molesta que me golpeen con los paraguas, creo no poder dejar de golpear. En cuanto a los utilitarios, es la típica cosa que pierdo cada vez que tengo uno (sí, tuve y supongo tendré). Por otro lado, un poco me gusta mojarme y caminar cuando llueve. Me divierte ir encontrando lugares donde reposar cuando de un golpe cae mucha agua. En fín...camino hacia ese barrio y por suerte deja de llover. Empiezo por el principio de la feria, donde veo que venden unos choripanes gigantes con cebolla, morrones, etc. pero me digo que antes tengo que ver toda la feria para ver con qué me tiento. Recorro y veo helados italianos. Resaltan en todos el pistacho. Llego al final, y recuerdo que tanto el helado como el choripan que más me gustaron son los del inicio. Vuelvo...camino, sabiendo que es imposible que no me sienta mal cuando termine de comer eso. Que tendré que comprar el helado para balancear la grasa picante que comería. Y así fue....comí el choripan de un zarpaso, llamé a fer, mi amigo, y le dije que estaría orgulloso de todo lo que estaba comiendo (como muy poco y él muchooo). Termino de comer, rápido, y pienso que necesito el helado cuanto antes. Que si pasan más de cinco minutos, sería cierto que ese choripan estuvo en mis manos. Voy por el helado, Pido el mediano, cuatro bochas. Cuatro gustos distintos. Sandía, Crema Siciliana, otra crema que decía especialidad y pistaccho. El primero era el que estaba arriba. Lo pruebo, voy al tacho de basura y descarto ese gusto. Era ho-rri-ble. Sigo con los demás, todos tienen el mismo gusto. Igual camino feliz, con el helado en la mano, ya no llovía y me divertía estar ahí, comiendo helado. Veo muchos argentinos, caminando.  El pistacho, sin lugar, el mejor. Tal vez porque tenía otro color y era el único que podía diferenciar.
En fin....no hay helado como el argentino. Hablando de eso....voy a Cones-heladería de un argentino- seguido. Me reconoce, me pregunta por el blog, luego de que le comente sobre el-. El dulce de leche es mágico. Los quinotos al whisky, son buenos pero no lo pido porque te cobran dos dólares más porque están hechos con Johnnie Walker etiqueta negra. Me indigna, pero no le digo nada porque cada vez que voy charlamos y quiero ser su amigo!
En fin...seguí caminando 40 cuadras para volver al blog....seguiremos...