martes, 14 de mayo de 2013

Crónicas compartidas: Ceci C. y Diego M en Cuba


Hola Dami, te cuento nuestra experiencia con el helado socialista! Te tiro un par de datos que no se si se daban en la época en la que vos estuviste.
La verdad es que en el 2013, son pocas las cosas que los extranjeros, y menos los que se ajustan a las costumbres y ritos estrictamente turísticos, pueden experimentar en carne propia del socialismo cubano. Con las nuevas políticas de apertura la isla se ha ido comercializando, las casas particulares son cada vez más parecidas a un bed and breakfast, los taxis modernos conviven con los buicks destartalados, y hasta puede uno encontrarse algún incipiente local de adidas en alguna que otra calle de la Habana.
El comercio si bien está permitido se enfrenta con la duplicidad de monedas. Mientras los cubanos utilizan pesos nacionales, los extranjeros usan pesos convertibles (CUC) que valen 20 veces mas q los nacionales. Y así como para los cubanos es difícil consumir cosas que se pagan en cuc porque les resultan carísimas son pocas las cosas que los extranjeros pueden consumir en pesos nacionales. Una de ellas es la comida al paso: una pizzeta por ej cuesta 10 pesos nacionales o sea 0.50 dolares o pesos convertibles (CUC). La otra es el helado, pero no cualquier helado.




En el barrio del Vedado, en la Habana, está la "soderia" Coppelia recreatur que sigue los designios de la arquitectura socialista y no se anda con pequeñeses: es todo un parque heladero, en el que no faltan bustos de heroes revolucionarios como Martí o Celia  Sanchez y citas que los recuerdan. En el medio está la confitería, muy estilo “Los Supersonicos” (o “the jetsons” para los hippsters) con tres barras con varias banquetas alineadas, donde se sirve el helado por gustos, en cada barra un gusto o dos, que son los disponibles del día. Los heladeros y heladeras lo sirven, si uno quiere, con un par de galletitas, un cocktel de frutas (que no es otra cosa que una ensalada de frutas) y un sirope de caramelo, todo eso en una bandejita ovalada de plástico con una cuchara de aluminio y un vaso de agua. Una escalera caracol lleva a un primer piso donde hay mesas y sillas y se sirven algunos otros postres con helado y frutas, pero no vimos demasiada concurrencia cuando subimos a curiosear. Alrededor de la confitería hay carpas con mesas y sillas donde se puede pagar en CUC y te traen el helado a la mesa. Pero la barra te llama, ahí hacen cola los cubanos y si algo es garantía de calidad en un lugar extraño, son los locales esperando su turno.
El primer dia que fuimos solo teníamos 4 pesos en moneda nacional y cuando peguntamos cuanto salia cada bola, oh sorpresa! 1 peso nacional. Debo confesar que me tomó un rato hacer el calculo, me parecía absurdo que 10 bolas de helado cuesten lo mismo que una pizza... Nos tomamos dos bolas cada uno, de los gustos naranjapiña y mantecado por la módica suma de 0,17 dls/cuc (el segundo dia volvimos con mas pesos nacionales, Diego pidió cinco bolas y la heladera automaticamente lo recorrió con la vista para chequear donde las iba a meter, o quizás fue ofensiva la cantidad de helado que pretendía consumir, nos quedará la duda y por supuesto mi regaño rompeovos ante la diferencia abismal entre la cantidad que comían nuestros compañeros de barra y el argento glotón). Suponemos que el helado está subsidiado, por eso es tan barato, las cosas dulces y las golosinas no abundan en la Habana, por no decir que son casi inexistentes, mas allá de algunas tortas o bollos que se ven en las pocas panaderías que hay en la ciudad, o quizás  siguiendo lo que seguramente sea tu razonamiento, el helado es una necesidad básica y elemental, que al igual que la salud, la educación y la vivienda, el gobierno cubano se ha encargado de asegurar porque si hay algo que no puede negarse es que en Cuba, todos tienen acceso al helado.
Si me preguntas por su sabor, etc.. q puedo decirte? imaginate un lugar en q la gastronomía es ante todo, una.forna de satisfacer las necesidades nutricionales de la población, donde se come lo q hay disponible y en temporada... en ese escenario, uno come el helado que hay y le parece genial y no se anda con rodeos burgueses, como mucho elige entre dos o tres que hay ese día y que nunca superan el chocolate, el mantecado (una suerte de vainilla) la fresa o la naranjapinia. En el hotel capitalista para extranjeros en el que paramos en el cayo había un gusto que no vimos en otro lado, la guayaba, muy rico por cierto, pero venia sin revolución.

 


viernes, 10 de mayo de 2013

el lugar conocido y mi tentación por el helado orgánico

Estudio Inglés con una excelente profesora, docente y persona hace mucho tiempo. Como siempre tengo los locales donde consumo, dónde tomo el café, donde un sandwichito de miga, etc. Hay un espacio donde siempre tomo un café. Hubieron momentos de tostadas, otros de scons, otros de sandwich tostado y algunos de carrot cake. Sí, Carrot Cake. Un día lo pedí e instantáneamente le pregunté vía wupp a Mariano T, quien me conoce desde los dos años, "en qué momento me convertí en alguien que se tienta con una carrot cake". Me reí solo y seguí comiendo. Bueno, este principio que uno podría presuponer que no guarda relación con el helado, muestra un atisbo de la misma. Ayer, tuve un día de mal humor por cosas de trabajo, luego sabía que la cura sería el helado (un día tengo que hablar sobre las personas que me ven mal y me mandan a comer helado. Me caen bien!). Terminé la clase y empecé a recorrer la zona. Iba en busca de un helado orgánico que leí en alguna de esas revistas snob que leemos aquellos que nos gusta comer rico y tomar mejor (algún día tengo que hablar del club del drink que tenemos con Ari p). Recordé la carrot cake y mi tentación, actualizada, por el helado orgánico en Guardiola.
Entré, pensé que era el día para sentarse a tomar un rico café y tostado. La hora era la indicada. Pedí un vaso chico y luego, pensé, y pedí un cuarto de kilo. Quería comer mucho helado. 
Pocos gustos muestra su cartelera. Algunos clásicos y otros innovadores, palermitanos y naturales. Fui por estos últimos, claro. 
Pedí té verde con jengibre el cual me pareció simplemente magnífico, por su dulzura, picor y frescura. Por lo innovador, por su espontaneidad, por su naturalidad
Pedí dulce de leche granizado. el que tenía un excelente y natural sabor. El que era un poquito más dulce de lo que me gusta pero que cumplía su función perfectamente.
Pedí crema americana con miel y nueces pecan. Simplemente perfecta.
Probé, solo para probar, el chocolate blanco. Excelente pero menos rico que otros lugares.
Finalmente, salí caminando, me subí a un taxi (algún día tendría que hablar del mundo taxi y mi vicio por ellos) y me fui a casa. Comiendo feliz, mejorando el día.