martes, 19 de febrero de 2013

River y el Helado. Breve post.

Sí, como podrán observar en el blog, soy fanático del helado. Condición que no se agota en el postre helado, soy fanático y punto. Me gusta algo y me gusta mucho! Pienso en un asunto y pienso mucho....así es la cosa.
Durante mucho tiempo en mi vida fui fanático de River. Hace como 6 o 7 años que el futbol me aburre. Cuando digo futbol no hablo ni de mundiales ni de Barcelona que juega al fútbol. Hablo de ese deporte en el cual muchachos corren atrás. Si hay una buena película, la prefiero.
Sin embargo, solía ir a la cancha de local y de visitante, entraba gratis por la caradurez turca de ir pidiendo entradas a los dirigentes. He llegado a pintarme el pelo de rojo y blanco, prometer ayuno si River le ganaba a Juventus. Ahora, solo recuerdo la angustía de la B y la felicidad de cuando volvió a la A. Pero en el medio y en el post todo me da lo mismo.
Hoy Ceci C., que suelo verla junto a Diego M cuando un amigo en común nos convoca y con los cuales pasamos muy buenos momentos, me mandó un mail con este link
http://foros.riverplate.com/general/167851-cuales-son-mejores-gustos-de-helado.html
Fanáticos de River, que decididamente, no tienen nada que hacer en la vida, hablando de helados.
Termino de escribir esta frase y caigo que tengo un blog de helados y que alguien en un post de un blog estará escribiendo el link de este blog, diciendo que alguien sin nada que hacer en la vida escribe de helados.
El link, lo recomiendo, extremadamente bizarro. Más cuando alguien que se llama Rompotodo recomiendo Crema del Cielo.
  

lunes, 18 de febrero de 2013

El helado y ella: Lupita, la reina del grupo

El año pasado llegó al mundo Lupita y en poco tiempo se convirtió en la reina del grupo. La que todas/os queremos tener en los brazos.
Desde que nació se comporta mejor que sus padres y tios/as en las reuniones. Nunca llora, va de mano en mano, mientras los demás gritamos como desaforados. Mientras jugamos a la heladocracia, mientras tomamos fernet o campari con el padre. Duerme en un country y entra a la pile a refrescarse.
Encima del carácter hermoso que tiene es hermosa, como podrán ver claramente en la foto.
Su primera palabra no la sabemos, pero sí que en un tiempo más le dirá a su primito: "Ya te dije que no Iván, no molestes"


viernes, 15 de febrero de 2013

Cuarto Post: Salta y el final

Llegamos a Salta tan solo por un día, a pasar la tarde, a comprar los regalos para la oficina y salir al otro día para Buenos Aires. Es conclusión de este blog que a dios lo creo el hombre y que su producto y nombre es Google. Así, ingresé a las santas escrituras desde mi teléfono móvil y busqué la mejor heladería de Salta. Los resultados fueron dos, Rosmari y Fili. Almorzaba Tamales y empanadas, le pregunté al mozo sobre cuál es la mejor. Me dijo que Rosmari. Me indicó el camino.
Nos fuimos a dormir una siesta, el calor no aceptaba a los transeúntes. A la tarde, fuimos a Rosmari.
El local se nota que se ubica en una capital. Es grande, lujoso. Muy parecido a los que muestran las calles de Buenos Aires. Entró, aire acondicionado abrazador. Pido un cuarto de mango, crema salteña (Cayote y nuez) y blanco Rosmari.
Todos los helados eran muy dulces, no sabrosos, artificiales. No lo quería terminar, pero lo hice. Recordaba a Miranda. Recordaba los sabores excelentes. Recordaba que hace 11 días no estaba en nuestra casa. Recordaba que el helado me sirve para escribir sin pensar. Para lanzar palabras al viento y que terminen en una pantalla con fondo negro y motivos de helado.
Buenos Aires nos espera....

pd. fotos, próximamente.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Tercer Post: el artista talibán del helado. La mejor

Uf, escribir este post, es complicado, como al entrevistado espontáneo de la heladería Miranda, se llenan los ojos de lagrimas al redactar.
En el post anterior conté que fuimos reiteradas veces  a Miranda pero estaba cerrada. El Inventor del helado del vino se hizo esperar. Bien valió la pena.

Entramos, luego de comprar vino para la cena. La heladería es muy chiquita en un local de grandes dimensiones. La parte no ocupada, es blanca, con cuadros colgados, originales, paisajes, modernos y demás.La vidriera muestra gigantografías de guías para turistas que la recomiendan.
Somos los únicos clientes del momento. Un chico, nos atiende. Podemos probar sin problemas, charlar con gusto. El se presta, es simpático y se nota sensible. Pensamos en pedir helado para compartir. Dos cuartos para cuatro. Miro los gusto y recuerdo que dos personas en la calle, al ser preguntadas por la mejor heladerías de Cafayate, me marcaron Miranda. Grito con la plata en la mano que pediré un cuarto para mi, que ellos hagan lo que quiera. Laura me repite, Ari y Flor comparten.
Pruebo dulce de leche. Me da una cucharada, con paciencia y dedicación. Lo saboreo y grito: es exquisito. Le digo que lo pidan, que lo prueben. Se nota sincero, se nota rico, se nota casero y artesanal. Todos terminan eligiendo ese sabor, obvio, luego de probarlo y no poder entender el elixir que se nos presentaba.
Luego, probé el Torrontes, una cepa característica de la zona y que el inventor del helado del vino, la hizo postre. El sabor es ácido, es el vino frío, es la sensación de tomar helado de vino. Es sabor puro. No lo elijo porque pruebo el Cabernet. Qué decir, si el otro era ello y no lo seleccioné. Este es una mezcla perfecta entre dos placeres, el vino y el helado.
Luego, iba por una fruta y nos recomendó probar la Tuna. Un fruto del cactus. Nunca la había probado. Acepté la invitación. Fresco, sabroso, extraño. Lo elegí y me senté a esperar que los demás hagan lo suyo.
Eligieron, sandía, mango, flan con dulce de leche y torrontes.
Nos sentamos afuera, en la calle, viendo y entendiendo porque nos dijeron que era la mejor heladería del pueblo. Se confundieron rotundamente, es, tal vez, la mejor del país. Sin duda, como todo el blog, esta opinión está marcada/influenciada por la historia y por la emoción subjetiva, pero acá va la justificación....
Los sabores de los helados son perfectos. Representan con sinceridad y emoción los gustos que el cartel anuncia y uno elije. Tienen dulzura, acidez y frescura. Algo raro se nota en él. Las chicas, me obligan a hablar con el heladero (hijo de Miranda o Miranda Jr.) y comentarle del blog. Me resisto, lo hacen por mi.
Al estar sentados, comiendo el helado, le digo: el año pasado probé más de 60 heladerías y el tuyo, es sin duda el mejor. Y ahí, nos comenta que su padre quien fue un artista se instaló en Cafayate, en busca de una ciudad chiquita y tranquilo. 1500 habitantes y ahora 16.000
Agrega que el helado no lleva ningún tipo de aditivo, conservante ni colorante. Que el dulce de leche es freso porque lo hizo al mediodía. Que su helado no dura más de una semana, porque no tiene nada que lo obligue a durar. Le preguntamos por qué no usa nada. Nos contesta que su padre fue contratado por la heladería Blue Bell de Tucuman para hacer cuadros y pintar motivos en los locales. Que en esa tarea, además les pidió, aprender a hacer helado. Que en ese momento, concluyó que eso no era helado, que era un conjunto de una pasta con frutas o sabores. Que no podía llamarse helado a ello. Un talibán de lo artesanal. Decidió junto a su esposa, abrir una heladería en Cafayate. Una verdadera heladería artesanal. Decidió utilizar el local que había construido para exponer sus obras de arte. Dos años de investigar la mejor forma de hacer helado sin usar productos mágicos. Como una obra de arte, tuvo su expresión.
El local de grandes dimensiones que ahora está vació fue pintado, con motivos de cuadros famosos pero con la presencia del helado. Una heladería grande, moderna y de avanzada para Cafayate. Los gustos fueron aceptados, pero al local no entraba nadie. El padre concluyó, nos cuenta su hijo, que el local resultaba muy lujoso para la pequeña ciudad. Se lo habrán dicho. Decidió cerrarla y abrir una chiquita a dos cuadras. Estuvo un tiempito ahí pero volvió al local original de su propiedad. Vació el ala izquiera y solo ocupó-al igual que ahora- una pequeñísima proporción del espacio. Ahora la gente entra y la elige como la mejor de la ciudad.
Le preguntamos porque tienen pocos gustos. Nos contesta que si el padre no lograba el color y sabor original no los vendía. Que la vainilla, gusto elegido por los pequeños por su color, requiere de muchísimas yemas de huevo y que eso no es sano. Decidió no venderlo.
A la pregunta: "¿Por qué no dulce de leche granizado?", nos contesta que el padre una vez le dijo "qué es eso de ponerle chocolate al dulce de leche". Al "¿Por qué no chocolate blanco?", le vino "porque no es sano. Es pura manteca, nada que ver con el cacao que hacemos". Ahora les traigo nuestro chocolate para que lo prueben agregó. Lo probamos y no podemos entender cómo logra que no sea empalagoso y representante del cacao. No soy un conocedor de ese gusto, el resto dice que es excelente..
Luego, las chicas enamoradas de la historia, quieren seguir comprando helados para probar. Elijen banana (con N) con dulce de leche. Lo traen y gritamos al probar, qué no puede ser tannn rico. El se ríe de orgullo familiar y ahora es tan también personal. Familiar por su padre, personal porque es artista y ahora tuvo que volver a hacer helado a su ciudad natal.
Las chicas sensibilizadas con la historia quieren seguir comprando, ya no importa si tenemos que ir a cenar, si no queremos más helado, quieren gastar solo para apoyar a la heladería, y para hacerle la contra a Grido que se instaló justo enfrente.

Esta heladería habla de una postura respecto al helado, de una responsabilidad sobre lo que se vende y consumen los habitantes. Habla, también, de un artista y su hijo artista. De un heladero y su mismo hijo, heladero. De aprender el oficio, de proponer un helado, de sabores sinceros. Habla de ello, y también y por sobre todo, del MEJOR HELADO DEL PAÍS.

pd. fotos, próximamente




Segundo Post: Desde Iruya hasta Cafayate!

Si fuese el horóscopo, diría algo así.....
El 2012, fue! dejo sus marcas, sus felicidades y sus profundas tristezas....
El 2013, comienzo de vacaciones, de renovación, de proyectos, de conquistas y reconquistas....

Como no soy un horoscopero, digo esto.....

Una cena en nuestra casa, dos invitados de lujo, Flor y Ari. Laura y ellos, Sushi, yo pastel de papá. Como suele pasar cada vez que nos juntamos con ellos terminamos regados de vinos, tragos y demás. Luego de una charla, de contar los planes de las vacaciones- casi inexistentes por esos tiempos- y de lo que pensamos hacer antes de julio (un antes y un después), surge la idea de irnos juntos al norte argentino a recorrer tranquilos los paisajes. Conversación que como muchas, pensé que quedaban en la nada, pero en esta oportunidad no fue así. A los pocos días y sin el efecto etílico, confirmamos las voluntades y empezamos a planear. Nos juntamos a pensar en el recorrido, a charlar las ganas y demás, pero no surge efecto, otra vez terminamos de la misma manera, y nos obligamos a que la próxima será un poco más serio el encuentro y que planearemos. Luego de intentos fallidos, acordamos, sacamos los pasajes y hoteles.
30 de enero, 20 hs. sale el avión hacia Salta. No nos animamos, llevamos Oportos en consecuencia. Dormimos en Salta, luego vamos a Humahuaca, donde paramos en un hotel magnifico (Huacalera). Así, vamos a Iruya. Durante tres días no encuentro helado para comprar, me empiezo a sentir desamparado. En un tarde nos tomamos en la botella de Oporto dulce en su reemplazo. Como en el viaje de egresados, todas las noches me duermo borracho, feliz de lo que estaba pasando. Charlas con Whisky, charlar con vino, charlar con Oporto, con Campari y con Gin. Nostalgia, emoción. Sinceridad. Nos conocemos hace años, muchos, conversaciones no faltaron en nuestras vidas, pero seguimos conversando con el mismo interés. Nos relatamos recorridos, como si fuera la primera vez que los escuchamos.
Me digo que los próximos días será el momento en que podré comer helado, que podré probar algún gusto típico. Llegamos a Purmamarca, hotel de ensueño. Al otro día, luego del Salar, vamos a Tilcara, donde por ser un destino turístico estoy seguro que encontraré helado. Entro a La Heladería, nombre pretencioso por el artículo en mayúscula. Sé que no me va a gustar pero tengo el deseo y la obligación de probar en cada lugar en que mi cuerpo camine sus calles. Pido dos vasos chicos, uno para mí y otro para Ari. Le digo, Dulce de Leche y Cayote con nuez. Ari, pide almendrado y Oreo. Los míos no tenían sabor, sin gusto a dulce de leche ni a cayote. El almendrado el mejor, el de oreo, nada que decir.
No me pongo triste, simplemente porque me pongo contento de tener helado en mi boca, de caminar con un helado por el norte. Purmamarca, me digo, me esperará con uno mejor.
Al otro día a la tarde, luego del mirador del cerro de los 7 colores, vamos a la heladería, pido un cuarto para compartir. Elijo, Crema con Cayote y nuez, dulce de leche y crema con miel de caña. La sensación al comerlo es arenosa, de exceso de azúcar, no lo puedo terminar, lo ofrezco para el que quiera. A los demás, un poco les gusta.
Purmamarca, no me dejó un helado placentero, pero sí un viaje inolvidable, en aquella oportunidad y en esta. Una noche de nostalgia, de salir corriendo al bar del hotel a invitar a mi amigo con un whisky y contarle que como soy feliz en este momento, me animo a emocionarme y temer.
Cafayate, ocho horas de manejo. Gabi W me dice que tengo que conseguir la heladería que vende helado de vino. Como un dios que se presenta en el camino de un feligrés, antes de arribar a las cabañas, pasamos por la heladería que inventó ese gusto de helado. Todos los vemos, nos emocionamos con ir. Las cabañas son lo que imaginamos, lo que teníamos deseo. Dos casitas chicas, nada de lujo pero con parrilla para hacer- o jugar con- fuego. Salimos en busca de la carne, de vino de la zona y de la heladería para merendar. La encontramos cerrada, vuelve a las 18.30. Seguimos de compras, paso por otra que se llama Il Caballino. Compro helado, dos bochas. Pido Malbec y cayote con nuez. El cayote no es malo pero tampoco rico, el malbec lo tiro. Es incomible.
Al otro día, luego del desayuno y previo a alquilar las bicis, paso por le heladería, dice cerrado, vuelvo 13.30. A la tarde, luego del almuerzo, nos decimos será el momento. Tarde de bodegas, de un frase maradoniana del flaco que trabaja en un bodega que hace el vino Las Nubes y que recomiendo mucho, frase que rezaba “en Uruguay plantan Malbec y le sale un juguito”, tarde de Tambo, de queso de cabra, nos vamos a la heladería. Abierta. Entramos.....y se viene el tercer post. El final del post, dirá algo así...(frase de Ari) “dejénlo tranquilo, ponete un blog y ponelo primero, si queres”....
El norte, últimas vacaciones antes de julio, el resultado de una cena, de un año plagado de sensaciones, el comienzo y promesa del 2013, en el que diré...no estuve en el momento que naciste pero.....

pd. las fotos, próximamente!

lunes, 11 de febrero de 2013

Primero de tres post: el anti imperialismo artesanal.



 No empezaré por el principio, tampoco por el final sino por el medio de las vacaciones y los helados. Será el post más corto pero no por ello menos sentido. Si te gusta el helado y queres que sobrevivan las heladerías artesanales DECILE QUE NO a GRIDO.
Como pasa en Cafayate y en otros lados, se implanta en una ciudad con sus helados  de plástico y sus precios de plastilina y rompe la dinámica heladero-consumidor.
No lo probé ni lo voy a probar, sus vidrieras me demuestran lo que venden.