miércoles, 11 de enero de 2012

La Plata: esa Warnes de los helados recorrida con Vino del bueno.

Ir a La Plata no significa solamente ir a la casa de Nelly y Rubén, como diría en unos post anteriores. Es habitual que los paseos a LP vengan con una tarde de excesos en la casa de los Pomato-Giudice. Cuando uno va allá sabe que se va a ir con dolor de panza por todo lo que comió y tomó y se debería pensar la noche anterior: “hoy como poco y no tomo vino”.

Al llegar al barrio que encierra esa casa, las puertas están abieras, la pileta te hace un guiño para saltar luego de saludar con un abrazo cariñoso.

El mediodía siempre comienza con un mate mientras charlamos alrededor de Dani que hace el asado con esas “cositas” que saben que van a dar que hablar. Luego del mate, con la autoridad del asador, nos sentamos a la mesa y nos va sirviendo de a poco, pedacitos pequeños que uno luego puede repetir, de deliciosas cosas realizas en la parrilla.

Decir que no es complicado porque uno siempre sabe que se está perdiendo algo.

Todo esto es acompañado por una cantidad de vinos que endulzan el paladar. Unos vinos que no se consiguen en todos lados, unos vinos de las bodegas, unos vinos que demuestran cuán bien lo atienden a uno. Vinos que me tomo con rapidez, fruto de mi ansiedad, para que luego me enseñen que hay que disfrutarlo despacio, sentirle el gusto. Por dentro pienso, “cómo me cuesta esa práctica” pero la intento y luego el vino queda media hora sin consumir. No tengo límites me dicen, extremista me señalan.

Después del asado y cuando uno piensa que le dio respiro al cuerpo, traen dos cosas mágicas: un vino de postre muy frío y un listado de helados para pedir. Me lo dan y me dicen; elegí vos que sos el experto. Obviamente no puedo hacer eso, la culpa, la neurosis me pide que lea todos los gustos y vaya viendo la cara de los demás para proponer alguno que tenga muchas caras de positivo.

La heladería, como no podría ser de otra forma, queda en la Warnes de los helados. En la diagonal 78. Se llama Thionis. Es linda, es moderna, es un lugar para disfrutar el helado, pero por suerte yo lo disfruto sentado escuchando historias, charlando.

Dulce de leche africano: IMPRESIONANTE.

Sambayón: a fuerza me está gustando.

Frambuesa, como mandó la Nelly.

Luego, de estar con la panza repleta por el asado y el helado, pileta, siesta colectiva, cada uno en un rincón, se vino la pileta, el mate y el pan dulce casero.

En esta oportunidad faltaban los otros dos integrantes de la familia: psicoanalista rock star y la futura cuerva más cuerva que conocí.

Contacto: http://www.thionishelados.com.ar/

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